La sombra en el trópico

Desde la academia se resalta el valor de la luz para la conformación de espacios arquitectónicos. Desde la eterna frase: “La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz” del arquitecto francés Le Corbusier, éste elemento se ha convertido en sinónimo de serenidad y su calidez estimula sensaciones que potencian nuestros sentidos.

Percibir el espacio arquitectónico sería imposible sin la luz ya que la misma juega un papel crucial en su modelado y delimitación, afirmación totalmente válida en climas templados cuya luz es tenue, pero ¿qué ocurre en el trópico con su brillante e imponente luz?

Todo aquel que ha viajado al exuberante trópico ha experimentado como la calidez de su luz es su principal atractivo y a la vez su principal consideración. En nuestra franja tropical, el humano busca la sombra para garantizar la conformidad de su habitar. Es la sombra la que convoca a la reunión y al estar, allí está la frescura que permite el descanso sereno tanto del cuerpo como del alma. Es allí donde podemos disfrutar del espectáculo de la luz en toda su magnificencia.

El espacio tropical se caracteriza por ser abierto y sin obstáculos, donde la sombra y su gradiente modelan la experiencia sensorial y la vivencia en este. En contraste con la fuerte luz de nuestro alrededor, es el trabajo del arquitecto delimitar nuestra arquitectura entre el espacio externo y el interno, prestando especial atención a las transiciones y límites. En nuestro hábitat tropical el ciudadano busca estos espacios y los demanda. Desde el tradicional zaguán hasta los incontables ejemplos de muros calados y celosías; estas transiciones y su manejo demuestra la maestría del proyectista.

La arquitectura tropical será magnifica cuando entendamos que la simbiosis entre luz y sombra es el principal atributo de nuestro espacio natural, y su correcto manejo será el catalizador para el cambio.

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